Flecheros

En Guerrero conviven dos fenómenos que serían incompatibles por sí solos: la naturaleza exuberante y la pobreza extrema. Ha sido un espacio de explotación, experimentos de cacicazgos, guerrilla, guerra sucia, desaparecidos políticos y el escenario perfecto para que periodistas y defensores ambientales sean asesinados. Un estado situado al sur del país, es más, el mapa termina en un pedazo de agua, justo la parte donde se entraba a las Américas en el virreinato, La Nao de China. Por un lado, la historia respalda a este lugar que siempre fue lugar de encuentro, renovación y descubrimiento. En Guerrero conviven el legado negro, indígena, español y oriental. Una mezcla poderosa que no necesariamente ha salido victoriosa de políticos y embaucadores, mineras canadienses que invaden las tierras de pueblos originarios y demás temas hermosos que no terminaríamos de contar o enumerar.

Pero, sí, pero, con todo, hay algo que conviene pensar, imaginar. Todo territorio, violento, sucio, devastado, humillado, tiene algo de grandioso, puro, elemental. Hay belleza, hay dignidad, hay un motivo para seguir aquí/ahí.

Flecha Roja era la ruta de autobuses que viajaba al sur. Solía ser el transporte de los que no tenían suficiente para viajar en Estrella de Oro. Es decir, los que no podían pagar lo dorado. Irónico en un lugar cuyas minas de oro siguen siendo saqueadas. Los desorados entonces somos todos. Los que no podemos pagar el asiento de lujo, los que somos acusados de perezosos, los negros, los indios pata rajada, los que hablamos un español aprendido a medias, robado al maestro mal alimentado.

El sur no es sólo un espacio en el mapa. Es una entelequia, una invención barroca, separada de la modernidad y los tiempos compartidos. Tenemos tono al hablar, arrastramos las r, las s del plural nos estorban, adelgazamos las palabras, inventamos un lenguaje, somos los brodis, los primos hermanos, los zancas.  Se vive al día, a flor de piel.

De eso trata Flecha Roja: un registro de la escritura reciente (y no tanto) de Guerrero, una bitácora de la palabra que nos posee, en su complejidad, en su forma y cantadito. Conviven aproximadamente tres generaciones de hombres y mujeres que escriben y eso nos hace pensar que, como un cachorro de lagartija, se verán por aquí más los nuevitos que los caballeros del arca perdida. Esta es una nave ligera. Un vaso puesto en un muro para escuchar al otro lado.

Se trata de bailar con los muertos. Hablar con los vivos.

De todo esto y más trata esto. Tome usted asiento. Elija ventanilla.

Este registro de la literatura guerrerense nació y se hizo porque sí. Porque se nos pegó la regalada gana. Porque nos pica la comezón de juntar todo lo chido que se está haciendo en o acerca del estado de Guerrero. Sirva este camioncito para consulta, esparcimiento y mala leche.
Buen viaje.

Brenda Ríos

Carlos F. Ortiz

Paul Medrano


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