
Habita el puerto como si fuera una habitación rodeada de un paisaje marino y costeño. Su mundo son los peces, pelícanos y la realidad que de pronto nos estremece. Sus recuerdos están llenos de añoranzas, de una tristeza azul, melancólica. Ahí va guardado pequeñas imágenes como souvenirs de la infancia.
Muestra de obra
*Habitación del mar
I
Habitar un cuarto va más allá de estar en él
las paredes cambian al color que queremos
los muebles se transforman
toman cuerpos extraños
todo se ve distinto
y es similar a la sensación de un encuentro
Vivir cerca del mar era ver nadar la sábana por debajo de la cama
Mi cuarto era una lancha de madera pintada de verde
con letras negras que decían “El Querubín”
Pelícanos persiguiéndose en el aire
y gaviotas resoplando canciones que no entendía
eran el techo
Al fondo peces en una red verdeoscura
el olor a pescado frito saliendo de una sartén
personas caminando de un extremo a otro con troncos
para mover viejas lanchas
: cuartos de otros niños que habitaban el mar
como yo.
II
El sol nos despertaba.
El calor y el sudor nos obligaban a dejar las lanchas
Cargábamos cubetas como sombreros de agua
y gotas escapaban del encierro
escurriéndose por nuestros brazos
Pensábamos cada paso para no caer en la arena
ese piso inestable que jugaba con los pies
Pronto aprendimos que tanto en la arena como en la vida
hay tropiezos que te enseñan a enderezar la espalda
a caminar como la marea
constante y segura
Por la tarde me bañaba con pulpos y estrellas llenas de agua
y picaba cada burbuja que nacía al jugar con el jabón
Mojaba mi cara con pulpos y estrellas
los pasaba por mi cuello
en mis rizos decolorados por el sol y el mar
en mis pies pintados de arena
hasta quedar limpia
Me ponía el uniforme y mis zapatos para ir a la escuela
las aulas son ese navegar que requiere ir bien vestida
Papá alineaba los tablones de mi falda con sus manos
y ponía limón en mi cabello para trenzar mis rizos.
Freía pescados para desayunar
me contaba historias de su familia
y yo acechaba la escuela en espera del clang clang de la campana
para viajar con mis amigos en pupitres de madera
III
Mi padre
pescador desde niño
pasó su infancia durmiendo en lanchas y arrullándose con el mar
jaló redes repletas de pescados a las cuatro de la mañana
alimentó gatos y pelícanos con tripas
escuchó zanates encima de él
mojó sus pies con la espuma que quedaba en la orilla de la playa
Sentado en troncos húmedos veía el atardecer
rayos de sol nadando hacia la noche.
La casa tenía una silla de concha
un anafre y
el cuarto-lancha lleno de arena
IV
El mar fue la casa
asombro constante de un atardecer cayendo ante la luna
dos lanchas en las que mi padre y yo dormimos sobre las olas
Cientos de niños ahora son mayores
Hombres de cabello gris buscan cobijo en el mar
niños de ojos pargo que crecen como yo
llevándonos el mar en cada paso
¿Qué es de mí y del mar
y de los niños y hombres que viven con nosotros
espejos variados que cuidamos las aguas?
*Premio Triángulo del Sol 2017

*Nadie sabe dónde estás
Que sepan los que te mataron que pagarán con sangre
Que sepan los que te dieron tormento que me verán un día
Pablo Neruda
pego en los postes tu rostro
en esa media carta
donde grabo tu nombre
cuánto mides
cómo son tus ojos
el color y las cejas que los coronan
qué ropa llevas puesta
algunas marcas particulares en tus apenas un metro sesenta y cinco
a qué hora saliste de casa
y cuál fue tu último mensaje
hace días que nadie sabe
no saben
decirme
cuál fue la hora o el lugar donde desapareciste
en el reloj
la manecilla está parada a las tres de la tarde
la hora en que comemos
leo tu mensaje una y otra vez
tomé el bus llego en una hora
acomodo los platos por si entras corriendo
espero una hora dos
pero el reloj continúa detenido en su tic(tac)
los cubiertos
de ser inmovibles
han decidido esperarte
como el gorrión que un día vi caer en picada
del edificio
y al estrellarse
– por no saber volar –
se quedó pegado al asfalto
y yo esperé a que llegaras para explicarme
de qué manera
-que desconocía-
alguien con alas podía morir al volar
tomaste su cuerpecito
esas alas atravesadas por el viento
vueltas hacia atrás
y le devolviste su orientación
lo guardaste en una malla para enterrarlo luego en el jardín
la puerta a medio abrir sopló esta mañana
abría cerraba abría cerraba
y tu cuerpo jamás cortó el viento
tomé el teléfono
y llamé
buzón de voz
buzón de voz
buzón de voz
nadie sabe dónde estás
pero sé que tienes hambre
que tu cuerpo flaco deambula en algún lado
que caminas encorvado
con tus pies rayando el piso
resoplando bramidos por el calor y el cansancio
te espero
en la silla de concha donde nos recostamos a pensar
en cómo se crea una canción de rap
o cuántos mangos comeríamos si escalamos el árbol aquél
en medio del patio
corto el recuerdo
llamo otra vez
silencio
madre me dice que busquemos en otro lado
en el semefo por ejemplo
para saber si aún queda algún rastro por seguir
o es momento de sobrevivir a tu ausencia
me da miedo decirlo
pero sé que te borraron
aunque la abuela esté diciendo en este momento
que te siente que estás lejos que este no eres tú
te miro
no sé diferenciar en tu rostro ennegrecido y deformado
esa nariz chata y tus ojos de sol eclipsado
las constelaciones marcadas en tu cuerpo
en esta mesa de metal
con la desnudez expuesta
sabía reconocer en ti el olor a talco que se guardaba en tu cuello
o el de tus calcetines húmedos
expuestos en la sala junto a tus tenis encharcados
sabía de tus manos y tus líneas
qué trazo llevaba a tu corazón palpitante
y no a una roca
hago este recuento
porque no sé cuándo dejaste de cumplir años
porque un día
no supe quién
te sacó del transporte y te llevó lejos
torció tus brazos hacia tu espalda
tapó tu boca y tus ojos
y te borró el nombre
para guardarte en dos costales de papas
solo
*Premio de Poesía Joven 2019
