
Tiene ese porte de efebo renacentista que guarda esa gracia sensual y cautivadora, en el fondo, con cierta malicia y encanto. Su poesía tiene ese candor, entre sensual, tierna y pícara. Es un dandy poético, elegante y transgresor. Es un costeño cosmopolita, que gusta de los encantos de y desde la gracia, es un avant garden. Su poesía no pertenece a un territorio geográfico, él tampoco, siempre se ve cómodo en el lugar en el que se encuentra.
Muestra de obra
El genio de la lámpara está muerto
Encontraron sus huesos
en posición fetal.
No sabemos si murió con dolor,
si le llegó en el sueño
la quietud a su válvula tricúspide;
no sabemos
si tenía corazón;
ignoramos casi toda su anatomía de genio;
pero un mal día
no respondió
al frotamiento de su casa metálica.
Dicen que se dejó morir
como un viejo
que al perder a su amante
se abandona,
que fue un asesinato
o un ajuste de cuentas.
No sé;
yo creo
que alguien tuvo piedad
y le deseó
la muerte.

También eso era
tu propio cuerpo, extraño
camino que conduce
directamente al miedo
Olvido García Valdés
Hay modos distintos
de nombrar
la materia en que ardemos
la carne llega siempre
pero llega
gastada
miedo
de que pasara el tiempo
encima de nosotros
con su rodada enorme
exacta
hasta desmantelarnos
también eso era
me digo
los años que estuvimos
orbitando
hasta colisionar
y después
darnos cuenta
fallamos
nunca fuimos
el uno para el otro
acaso
insuficientes
pero igual
nuestra carne llegó
sin miedo a los derrumbes
y eso era también
otra forma
de que el amor
sobreviviera.

Deslealtad
Resguardo la biblioteca de un amigo.
Mientras se muda,
leo cada uno de los tomos
hasta asignarles un sitio
entre los libros que sí compré
y veo cómo algo se va reorganizando
cuando nos apropiamos
de lo ajeno. ¿O será
que las cosas
van tomando su lugar
en nosotros?
Observo los estantes
cada día con menos extrañeza,
algo de deslealtad
que prefiero no ver,
como si cada ejemplar
reconociera
la presión
de mis dedos,
la suciedad
que dejo sin querer
en lo prestado,
y sé que poco a poco
olvidan
a mi amigo.
¿Y cómo están mis libros?,
¿no se han vuelto un estorbo? Dice
pronto
iré por ellos.
Guardo silencio.
Cómo explicarle
que ya no
lo necesitamos.

El mejor poeta de su generación
Tiene el talento de agotar
ejemplares, encabeza la lista
de los mejores libros,
acepta sólo una de cada tres
invitaciones a eventos literarios
donde lee poemas que celebran
desde hace cuatro décadas.
Y cuando le preguntan
por el estado de la poesía joven,
atina a contestar que goza
de impecable salud,
que no se atreve
a apostar por nadie,
pero confía. Se trata
de resistir, concluye.
El mejor poeta de su generación
se cuida del panfleto,
del poema amoroso
y del golpe
de acentuación;
padece alguna
hipocondría textual.
Pero en casa,
más allá de su ámbito letrado,
tiene poca injerencia.
El poeta no sabe descalzarse
de su yo de poeta;
tiene dificultades
en la vida
doméstica:
escribirá de todos
sus errores
en la fontanería,
de la torpeza
al cambiar la bombilla
incandescente, los hechos
cotidianos que lo dejan
al borde del colapso,
aunque dirá que no
se trata de poesía
autobiográfica,
que ahora solo le interesa
el lenguaje,
la impersonalidad,
que no todo es metáfora de algo.

Efecto Tyndall
Escribimos poemas
de la luz
y de la transparencia,
como si hubiera algo
que agregar a la teoría científica.
No entendemos por qué
pero es una obsesión
muy de poetas Aunque no hay
suficiente misterio
hoy en día,
conocemos mucho de los fenómenos
luminiscentes: el sueño coloidal
de las partículas
que atraviesan ventanas,
o aquel embrión de luz
que explicó alguna tarde
un profesor de física
ante un grupo de jóvenes
apáticos, la luz crucificándose
al tronco funerario de la tarde,
o la luz muerta de las estrellas muertas
desde universos tal vez
agonizantes Sabemos
que hay mucha claridad
y que nos llegan
cadáveres de luz
para inhumarse,
aunque no estoy seguro
de que el poema
tenga que ser
su cementerio.

Escriben los exnovios
por lo demás
ya casi
he olvidado
la vida va
aunque siempre
el después
ese animal
que nunca
está quieto
creías que no hay opción
pero al cuerpo
le basta
otro estallido
para volver
a abrirse.

Vindicare
y el hueso del amor
tan roído y tan duro
Blanca Varela
Los hombres que doblaban mi edad
y que toqué a los veinte
vuelven para mirarme
como a uno de los suyos
desanudan
el tacto
los papeles se invierten
y el gozo nos consume
el tejido de grasa de la piel
y nos acerca
al hueso
ahora
los jóvenes me buscan
para doblar sus bordes
mientras piensan en el amor
como una consecuencia
de la edad
y en el cuerpo
como un estandarte
para llevar al frente
de sus propias batallas
como si yo tuviera
algún conocimiento
vital y novedoso
como si algo hubiera ganado
con los años
y no solo la carne
amarrada a los huesos
casi sin dignidad
que se resiste
a ser
una revancha.

Huéspedes
No olvidéis la hospitalidad, que por ella algunos,
sin saberlo, hospedaron ángeles
Hebreos 13:2
llegaron
con sus lenguas
se instalaron
junto a todo lo lento
y cerrado
que era nuestro
cuerpo servido
a la mesa
de las degustaciones
lengua para escaldar
a los que añoran piel
saciaron
con lentitud
y abrieron
nuestros sellos
y se fueron
metiendo
hasta ocuparnos
con su músculo y todo
de forma maratónica
hasta el amanecer
hasta la rotación
de la casa
y el cuerpo
y no pudimos
correrlos
por no faltar
bíblicamente
insinuar
ya es muy tarde
trabajamos
mañana
y aquí siguen
su carne
metiéndose
en la carne
no
no hemos podido
decirles
que se vayan.

A young homeless man
No se podría decir
que la intemperie
le regaló
la noche
y las constelaciones
que la calle
lo despojó de algo
que una casa se fue
desdibujando
hasta desmantelarse
y quedar sin paredes
como en medio de un mundo
donde alguien ha encendido
de pronto
toda la luz
da envidia
la belleza
que no puede mirarse
en un espejo
para guardar
su antes
lo imagino desnudo
baja una regadera
estrellas que cayeron
desde su oscuridad
al cuerpo
disueltas
por el agua
caliente
no cabría en ningún sitio
alguien
con tanto mundo
extiendo
un cigarrillo
dos monedas
y siento que he pagado
para mirar los ojos
donde nada se ha roto
todavía.
De Antibiótica (2019)
