
Nació en el año fantástico de 1980. Tiene la cara redonda y dejó atrás un país tropical y difícil para vivir en Acapulco que no es precisamente el lugar más ordenado y seguro del mundo. Escribe poemas, da clases, resiste el sol y la intemperie.
Muestra de obra
Noche cerrada
Cae cansada la princesa jinetera
sacudiéndose el moho
cae por la barra show del reloj inquieto,
bamboleando los glúteos sonoros y perversos,
suenan las ambulancias allá afuera,
entre putas y secuestros,
con violencia,
mueve las caderas andrajosas,
la noche cerrada
se para en el atril circunspecto de las máscaras y los perros.
En su baile frenético,
los hombres en directo buscan su sexo
para besar la miel de las esferas
pero ella no para,
totalmente dueña de su cuerpo,
la noche agitada
cede a los tropeles de su vientre
lo expande todo
ataca
ataca
la página roja deshecha de pétalos
explota
explota.
Al final,
la noche rellena de pieles sudorosas
de miradas lascivas
de hombres ciegos
de mujeres sordas
se rasga por completo las ropas:
la ninfa pegajosa se clava puñales
ella sola.
De La primavera se amotina, Ediciones El Cuervo, El Salvador, (2005)

Mi hermano
Yo nunca necesité un superhéroe de capa roja y estrellas amarillas
porque tenía a mi hermano
supongo que algunos tuvieron que comprar en la universidad
un póster del Che
yo no
porque tengo a mi hermano.
Azar molecular del destino
habitó mi misma casa
era flacucho y audaz
mas nadie sospechaba que
podía encumbrar piscuchas y romper todas las tejas
hacer volar con cuetes las cañerías de rabiosos vecinos
bajar las guayabas más altas del guayabar
surtir de pepetos a sus amigos ingratos
que lo dejaban arriba del palo, cuando él, generoso,
ya se los había aventado todos.
Como si fuera poco,
le quitaban los plátanos de la canasta verde
con la que lo mandaban a la tienda hasta dos veces
él siempre le hizo caso a mi mamá.
En arrebatos egoístas, mi hermano
escondía los pasquines en el cielo falso de su cuarto
o me reventaba la nariz por no dormir la siesta
pero después (porque los superhéroes sufren de culpa y ternura)
me pintaba todos los carteles para el colegio
y me dibujaba cuentos solo para mí.
Y así,
pasaron los años ridículos de nuestra infancia.
Mi hermano se metió a la guerrilla
se enamoró joven
coleccionó lentes oscuros
tuvo miedo
un día se fue hasta el final
me quedó en los ojos cuando cruzó la esquina
y le prendí una vela roja a toda su vida
para que no lo mataran los hombres que no entienden
que los héroes son siempre los más pequeños.
Mi hermano volvió
porque siempre pudo volver
se emborrachó en los bares
se volvió a enamorar
tuvo hijos
y por fin
conoció a la mujer que ama.
Él me salvó de mí misma varias veces
por eso
yo nunca necesité un superhéroe de capa roja y estrellas amarillas
porque tenía a mi hermano
supongo que algunos tuvieron que comprar en la universidad
un póster del Che
yo no
porque tengo a mi hermano.
De Antología de Las Poetas del Megáfono, Raíz y Tumba, México, (2008)

Carta de Ulises a Penélope hecha Martina
Mátame de azar
seamos una peste de flores
hagámonos crestas inolvidables sobre los barrotes
que donde sea nos llegue la eternidad
estemos siempre unidos
desata de tus pechos las corolas
ahógame en tu texto tenue de luz
que ya he caminado demasiado
que de la inmensidad oigo el ruido
de tantos héroes cobardes hechos dioses.
En medio de esta enloquecida ciudad en ruinas,
no necesito más mentiras sino el puerto de tus ojos
que las venas de tu carne me abracen
que tus manos sean el fin de este vacío.
Suave muchacha, soy Ulises
el que solo escribirá tu nombre en una pequeña barca
que invadirá orgullosa la ondulada línea de los mares.
Si hay un dios que nos guarde;
no devores mi espíritu,
no mastiques mis anhelos en tu afán por quedarte sola,
amarrado el pelo frente a la ensenada,
perdida la mirada en el yerro de lo acaecido.
Si de mí tuviste mis manos limpias,
mis desvelos trémulos, todo el ánimo de mi alma,
no nos destruyas
que para eso existe el tiempo, la antigüedad de los libros,
todo el salitre acumulado en los galeones,
una bandada de pelícanos sin rumbo fijo,
el enojo del destino que insiste en destruir la voluntad de los vivos.
Amada, guárdate fiel para mi partida,
para mi retorno que sigue siendo el sino de los niños,
te prometo que ambos seguiremos unidos,
aunque todo el universo y este mar insistan en perpetuar mi viaje,
y yo, solo guarde en mi pecho, tu voz:
templo perfecto para no ahogarme en el olvido.
Volveré, amada prometida, soy Ulises,
volveré.
De Del mar es el ahogo, Praxis, México, (2011)

Saigón
De este lado
llueve.
A estas horas
¿huele Saigón a tierra mojada?
¿es la humedad un mar cenizo sobre el río?
¿los grillos vituperan el silencio y la luna es una mancha aperlada?
Una mujer habita el cuerpo de su amante hasta la muerte.
Hay búhos salvajes
verbos que se repiten
sustantivos que se vuelven dinamita
la soga de un barco penetra el puerto
lejos
un salón con trajes de gala
un baile en piano
piernas incrustándose en otras piernas
agujas
el olor de las ciudades es el mismo
el lenguaje es un vestido primaveral en sus bordes
pero hay
un rostro que cayó encendido
y carruajes y formas
y fumaderos de opio
erosión en las tierras de una madre.
El buzón espera una carta
el olvido tiene forma de añicos.
El sexo es un mástil que también habrá de dormirse.
Yacen,
dos cuerpos clavados en la cama.
Al otro lado, el ruido de la ciudad
triciclos
cláusulas sociales
luz de sol sobre las rejas.
Y en Saigón
¿las personas huelen a lo mismo?
¿hay descomposición en el tiempo?
¿el dinero es un escarnio que cambia de mano en mano?
Llueve
las hojas se pudren
hay lámparas de papel
los ídolos de los templos engullen sus lágrimas.
Los zancudos intentan penetrar los mosquiteros blancos de las camas
donde duermen muchachas desnudas.
Las aves nocturnas hacen temblar los árboles
y el horror chorrea en gotas.
Hay silencio en la casa grande,
el hermano hurga en los cajones.
Solo luz de las velas.
Un paraguas atravesó una hoja.
Los perros duermen su jauría.
Todos tenemos miedo.
En Saigón,
como en todas partes
los cuerpos de las mujeres contienen a sus amantes
hasta la muerte.
De Saigón, La Diéresis, México, (2012)

América (fragmento)
América: posesión entre los sobresaltos que nos llevan al norte
regresa completa al desierto que se descascara entre tormentas eléctricas
pensar que una pasión es irrepetible nos ata
tal vez sea el momento de desenterrar los pies
dejar en este mareo en esta cosquilla íntima
lo que somos si somos algo
un monumento nacional que es la casa de los espantos
líneas disgregadas que marca el aire
luna de pedazos en visión aérea y amarilla
continente colección de callejones huesos
de alambres noches
documentación: innecesaria
imágenes: cuántas imágenes caben en tu cárcel
¿la tinta que necesitábamos?
la mancha
¿qué mancha?
por qué dicha denominación
los hoteles ya no me esperan como antes
estoy tratando de recuperar la química de mi humedad
para que los labios puedan avanzar
inteligible dice el padre de América
ininteligible digo yo con un vestido de largas mangas y cuello alto
el viaje no es la transportación
camisetas con imágenes de cerdos al norte del territorio
cruzar la línea
disgregarnos
decir palma de la mano
turbulencias
enfermedades del alma
voces que interrumpen el relato proponen algoritmos
algo-ritmo
no presumas del lenguaje
¿nos sobran los verbos americanistas?
nos sobran
esta es la escritura que necesito
este el viento agitado de los cielos que nos espera
y que ojalá nos coloque en tierra firme
en tierra firme los dedos
mientras
América flota de la mano de una banda de aeromozas con capitas moradas
dónde estás a estas horas
la música revienta sus propias bocinas
no estoy sola
lo estuve
no me cobijaste
no diste de comer al hambriento
no me brindaste el pan de tus manos
no me visitaste cuando estuve en la cárcel y te escribía
la vida es una cárcel
qué grande es la vida
qué grande es nuestra cárcel, América
qué grande
escalofrío en las muñecas
cada paso de la enumeración caótica
el dictado lento y doloroso
la farsa de las fiestas infernales
la mueca de la infamia mordiéndonos la cara
su burla sobre el curso de las cosas sin dios
los equívocos del hombre que intenta mantenerse en pie y se cae
se cae
se desbarranca
flores amarillas disolviéndose
basurales como retratos de lunas
niñas con peluca
niños con peluca
cosmogonías del aire
gritos con ciudades
la lluvia arrasando con el lodo y las vacas
la vorágine
la línea de la costa preguntándose por tu boca
eternidades sin rienda
coposesión de semas
kilos de escritura que se están mordiendo las cabezas
tus lenguas me muerden, América
me desdoblan
un tren se ha detenido porque alguien tal vez se lanzó a las vías
no soportó más
porque pesa tanto la vida
cuece las vísceras la vida
nos parte en pedazos la vida
nos place la vida
se nos ha metido adentro la vida, América
¿y cuántas vidas tienes en tu cárcel?
en las filas de los bancos para pagar lo imposible
lo que nos robaron a fuerza de centavos
¿y si grito como tú?
¿y si no soporto como tú?
¿y si suelto la agarradera de este texto insostenible?
De América, Kodama Cartonera, México, (2015)

I
Existe la muerte incolora
la dicha repentina que avanza y se cuela sin permiso
el susurro de los demás
la palabra que es palabra
a pesar de sí misma
a pesar de nacer en la derrota frente al silencio perfecto.
Esto de andar con el cuerpo y la carne a cuestas
esto de poner la cara linda cuando todo alrededor es derrota
esto de creer en la luz porque seguimos vivos haciendo fotosíntesis
despenicándonos
esto
todo esto todo este deseo
de que el Yo no sea un tirano y te exprima.
Espíritu, que vivís entre nosotros disfrazado de estatuas crucificadas y espinas.
Los niños no creen en la muerte
creen en largos lagos y otros continentes.
Salutaciones
por este silencio perfecto sin palabras ni imágenes.
El viaje no es la evasión
el número de ejemplares no le importa en lo más mínimo
a la masa áurea que significa el universo.
Solo existe este charco y esta mancha dentro de mis manos
el azogue del pálpito
entrar en una comprensión del pulso
de la minucia
del pan fresco y la tendencia del sonido a volverse campanas.
Solo existe este líquido entre goznes
este deseo de seguir abierta
volverme leche derramada
y como los niños
no creer en la muerte.
De Juegos Florales 2015: compilación de textos premiados,
Dirección de Publicaciones e Impresos, El Salvador, (2016)

Virginia y el pensamiento
Virginia no ha muerto
su boca es la hoja de un almendro rojo y redondo
su mano es el árbol aberrando tus pupilas
su lengua es el orden y el caos
la prisa el ojal del tiempo
una perdición-epifanía
nada siestas tragaluces
un grito táctil.
Nosotras, Virginia, no moriremos
la bruma habrá de cincelarnos la sien
hasta hacernos gritar las vísceras.
Crujirá la locura cuando miremos abajo
hacia una superficie transparente y blanca
llena de gusanos.
Tu pensamiento
mi pensamiento
no dependerá
jamás
del mundo y sus hombres.
La madre habrá tomado para sí toda la leche materna.
La mujer llorará las lágrimas nocturnas de sus hijos,
Y, de pronto, la luz que nos hará desaparecer a todos
dejará el mundo intacto y estaremos muertas
al lado de las hermanas Brontë
en un páramo salado.
Y seremos eternas, Virginia,
y de nosotras será la victoria.
De Atávica memoria, Virginia, Dirección de Publicaciones e Impresos, El Salvador, (2017)

Regar pájaros como heliotropos*
La mudez se convirtió en
tus ojos de espasmo.
Sería redundante hablar de la carne y la luz
o los pequeños ladridos del cuerpo que van
dibujándose en el aire antropófago.
Sí,
me gusta cantar,
sobre todo, al polen
para hacer de este texto
una bandera de significados
sin redención.
El recuerdo de tus ojeras como aerolitos remotos y abstractos
la robustez repentina de tu figura en mi límite
masticación/mis gestos/dices
El sudor empapeló el pañuelo rojo de aerogramas
las cicatrices devinieron en uñas en la espalda
al final: yacer sin energía
pero con toda la luz del trópico en la boca.
“Regar pájaros como heliotropos” en el balcón.
No hay ausencia posible.
Tomaré un autobús como un paracaídas
(si la vida no es lo que parece)
para que la devastación se vuelva
el temblor continuo de lo que se frota.
*Verso de Vicente Huidobro
