
Escritor de largo andar y palabra feroz. Habita lejos de reflectores y castas literarias, justo donde lo íntimo se vuelve sublime.
Muestra de obra
En Cruz de Corazón el escuadrón de la muerte rada a un lado de la iglesia la ausencia de los muertos y suicidas
con su música metálica y sus fierros de viento aguardiente los va fijando en la banqueta
negros huesos/oscuras letanías
piedras con rostros encriptados/gente metida en la semilla
El escuadrón de la muerte rada la ausencia de sus todos
ojos perros/lengua de espejo y de machetes
Lentos largos y oscuros son los barcos del delirio
Ojos y manos sobre la banqueta
charcos de miasma envueltos en bultos
presagian sangre
animales que apenas ni son sombra y ya se hicieron carroñeros
El escuadrón de la muerte rada la ausencia de todos los ausentes.

Cuando siento que me muero
entro a la iglesia
y le pido a Dios
con toda la fe que acecha mi corazón:
si no me quitas la vida
ofréndame más aguardiente.

Encontré dinero
lo convertí en mezcal
y me tiré a perder
pie paso de piedra allá entre las parotas
no hallé iguana
no halle queleles ni zopilotes
sólo el montón de tábanos
hambrientos de mi sangre aguardiente
me desnudé a la sombra de los dragos
y dejé que bebieran hasta hartarse.

Aparecimos en el periódico
intentamos sonreír
(caras banquetas dientes destrozados)
el mapa del alcohol
sus chundas bestias chandas
escarbaron nuestra jeta
como si de perros
negros ojos
sordas orejas se tratará
Ahí estaba yo
y el tomandante Carlitos
y también Estabancito estaba
José López abraza al muerto: Juan López
o a su gemelo
o así mismo
al final todos somos la misma porquería.

Vino a visitarme una mujer que dice ser mi madre
le sonreí hasta que se dio cuenta que su hijo estaba muerto
dijo
cómo estás
cómo te tratan
qué sabes de tus hijos
yo le sonreí y seguí sonriendo
me dijo
quiero que te cuides
quiero que lo logres
quiero que te cuides muchacho quiero que te cuides
y yo seguí sonriendo
Hasta Luis Flores se dio cuenta de que ella no es mi madre.

No tengo hijos
no tengo hermanos
no tengo padres
no tengo árboles ni jardín
no dejé mujer frente a la estufa
no hubo nixtamal
ni chillan para mí
la masa y la manteca sobre el fuego.

No hay saguaros en estos llanos
todo aquí son mangos
ocotes y parotas
ceibas
chicomates
Nadie aquí dice alebrijes
pero eso somos
perros con algo de humano y algo de sombra
algo de zanate y de serpiente
En el gañote dos dromedarios sedientos de aguardiente.

Dejar las cosas
tirar los días
como si de piedras se tratara
dejar la sombra de la casa
los ojos de las crías
la piel amarga de trabajar de lunes a domingo
olvidar la sonrisa
de llegar a la quincena con tortilla
luego de llevar todo el dinero a casa
Dejar el cuerpo en los sillones
porque en las ciudades uno ni piensa en las hamacas
pintar los días con aceite quemado de cocina
dormir idiota luego de no besarle la frente a los chamacos
arrancarse la vida
y quedarse así
mirando una pantalla
soltando
sólo una vez al mes
los perros del delirio.
Del libro A cara de perro
